Por Dr. Alberto Díaz Legaspe. Relaciones Institucionales CENAS.


Médico (UNLP). Especialista en Cirugía General (Colegio de Médicos de la provincia de Buenos Aires y Universidad del País Vasco). Diplomado en Gestión de Instituciones de Salud (Universidad de Chile y Cuyo). Ex Ministro de Salud de Salta. Director de Hospitales en España, Salta, Chubut, CABA y Nación. Fue funcionario de la Provincia de Buenos Aires, Ciudad de Buenos Aires, Provincia de Chubut y Provincia de Jujuy. Consultor en programas del Banco Mundial en Ecuador, OPS en Honduras, y OISS en Paraguay. Fue Docente en Universidad de La Plata y de la Universidad ISALUD. Docente invitado en Universidad Austral y Universidad de Morón. Ha participado en publicaciones de la OPS y el Banco Mundial. Además fue Presidente del CENAS.


¿Qué es calidad?


“Es hacer lo correcto de la manera adecuada la primera vez, y hacerlo mejor la vez siguiente, con la limitante de los recursos existentes y apuntando a la satisfacción de la comunidad.”


Esta es la definición que creo más adecuada, entre las muchas que se proponen. Sin embargo, es muy poco probable que una sola definición de calidad en salud sea aplicable en todas las situaciones. En todo caso, la calidad en salud siempre lleva implícitos dos conceptos que son:

  • La excelencia técnica, esto es, decisiones adecuadas y oportunidad en la toma de estas, habilidad en el manejo de algunas técnicas y buen juicio para proceder. En otras palabras, "hacer lo correcto, correctamente".
  • Adecuadas interacciones entre los agentes involucrados en dar y obtener salud, las que deben caracterizarse por fluidez en las comunicaciones, confianza, empatía, honestidad, tacto y sensibilidad.


¿Por qué calidad?

El reconocimiento del error en la práctica sanitaria no es nuevo, ha sido una preocupación desde los tiempos de Hipócrates (siglo V a. C.) quien señalara “primum non nocere”, que nos recuerda que lo primero, ante todo, es no hacer daño. Un estudio efectuado por E. Codman en el Massachusetts General Hospital, registró una serie de 123 errores que se relacionaban con la falta de conocimientos o habilidades y el pobre juicio quirúrgico y diagnóstico como causas de los errores. En 1955, Barr señalaba que “los errores son el precio que pagar por la modernización” y esto era ratificado en 1956 por Moser, cuando afirmaba que “los errores, son las enfermedades del progreso médico”. Más recientemente, en 1999, Chantler, afirmaba de manera casi poética que “antes la medicina era sencilla, poco efectiva y relativamente segura; hoy es compleja, efectiva y potencialmente peligrosa”.

La Organización Mundial de la Salud, a lo largo de su existencia, se ha esforzado en potenciar y desarrollar la calidad en la salud. Se ha convertido en la impulsora de políticas para el desarrollo de medidas para la prevención de incidentes indeseados, para que los Sistemas de Salud de los países miembros de la OMS adopten políticas y programas sectoriales de salud con un marco regulador para la calidad de atención y seguridad del paciente.


¿Cómo se gestiona la calidad?

La calidad no es, en absoluto, sinónimo de complejidad ni de lujo. Por el contrario, ha de ser igual en todos los niveles prestacionales. Además, no se trata de un término final o absoluto; la calidad es un proceso de mejora continua y, por tanto, variable en el tiempo

Debe ser no sólo objetivable, sino también mensurable. La moderna tecnología informática ha logrado grandes avances en este campo y colabora a disminuir la cantidad de errores a través de la oferta de datos precisos y adecuados en tiempo y forma.

El involucramiento de los directivos de las instituciones es el elemento crucial para la instalación de una política de calidad. La creación de áreas específicas (Comités de Calidad) debe ser impulsada, integrando todos los estamentos participantes en los procesos.

La sola existencia de un área con esta responsabilidad no garantiza la ejecución. La calidad de una institución prestadora de servicios de salud no depende de un grupo que la planifique, sino que involucra a toda la organización. Todos los actores son responsables de la calidad. Es crucial estimular la responsabilidad individual sobre los resultados de cada área; hacer sentir que todos son importantes dentro de la organización.

El gran desafío es generar una nueva cultura, un cambio en el quehacer habitual.


¿Quién controla la calidad?

El Gobierno Nacional (2019) ha tomado el tema instalando una Secretaría de Calidad en Salud. La irrupción de la pandemia de COVID 19 ha postergado los objetivos de desarrollo de esta iniciativa institucional. La calidad de las respuestas operativas frente a la pandemia parece seguir recayendo sobre los prestadores, tanto públicos como privados.

Organizaciones privadas (de la comunidad) han asumido, hace ya tiempo, la importancia del tema, creando entidades independientes de acreditación de la calidad en prestadores de servicios de salud (CENAS, ITAES, y otras).

Estas entidades han trabajado para crear una conciencia de la calidad, participando en instituciones que las convocan voluntariamente.


Futuro y calidad

La rápida incorporación de nuevos elementos tecnológicos obliga a la permanente revisión de los estándares de calidad.

La tecnología, que avanza a velocidad exponencial, es capaz de transformar un sector en poco tiempo. Eso es lo que ya está ocurriendo en salud. Pero hace falta organizar y gestionar su adopción, para que el paciente realmente sea el beneficiario de estos adelantos

Debido a todos los avances tecnológicos que existen hoy en día, como los celulares, dispositivos médicos, (marcapasos, tomógrafos, resonadores), edición genética y demás, existe una sobrecarga de tecnología. Si bien hoy, en muchos países la salud no es tema principal de agenda gubernamental, el tsunami de tecnología ya llegó y ahora hay que ver si tenemos las plataformas adecuadas para ver cómo lo gestionamos.


El tema es que cada uno hace lo suyo, pero no hay una entidad que regule.

La nueva tecnología debe poder gestionarse de modo que sea útil y accesible. La organización debe estar en los entes gubernamentales, ministerios o dependencias que se dediquen a la evaluación costo-beneficio de incorporar algunos de estos temas de tecnología.

La adopción de nuevas tecnologías a las condiciones (estándares) de calidad de la práctica de la asistencia de la salud, debe ser juiciosa y paulatina. La necesidad de la evaluación de sus efectivos aportes debe ser objeto de cuidadoso y fundado estudio.

Los entes de evaluación de calidad (Agencias de evaluación de tecnología en salud) pasan a ser indispensables para evitar errores y corregir inequidades en la adopción de innovaciones, en especial las de alto precio.


Enero 2021.